Por Torosaurio | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
Tito Carriego, gomero oriundo de Bº La Celia, era un cumplidor profesional conocido por ser un calco de Saddam Hussein, exlíder iraquí ejecutado en 2006. Vecinos le comentaban el parecido a Tito, que no tenía idea de quién era Hussein “pero capaz que más adelante lo visito en Turquía”, decía.
La gomería iba viento en popa cuando en 2003 el presidente estadounidense George Bush acusó al verdadero Hussein de poseer armas de destrucción masiva. Ordenó invadir Irak y capturarlo.
Octavia Lucero, dueña de una gomería rival de la de Tito, vio la oportunidad y se dirigió a la embajada estadounidense en Capital.
—Quiero hablar con Jorge Bush porque lo encontré al turco de las bombas —le dijo al embajador y le mostró una foto de Tito inflando una goma de un Fiat 600.
Octavia fue recompensada con 500 mil dólares y Tito fue secuestrado por un comando clandestino y trasladado a Guantánamo. Estuvo un mes explicando que no tenía nada que ver con “ese turco degenerado” hasta que el 13 de diciembre el ejército estadounidense capturó al Saddam Hussein posta.
No hubo un conflicto diplomático gracias a la intervención del expresidente Carlos Menem, a quien la familia Bush le tenía aprecio y apodaba cariñosamente the turkish. Carlos habló con el gobierno argentino pidiendo que no hicieran escándalo. El gobierno, quizás teniendo en cuenta las intervenciones militares en Afganistán e Irak, no protestó. Tito Carriego fue devuelto al país a principios del 2004.
Oficiales estadounidenses le arrebataron a una ofuscada Octavia lo que quedaba de los dólares y se lo entregaron a Tito como compensación. Acto seguido, Tito desapareció de la faz de la tierra. Algunos vecinos dicen que se radicó en Uruguay. Otros, que se cambió la cara con cirugía. En La Palabra investigamos este caso y no llegamos a ninguna conclusión. Ni siquiera el actual dueño de la exgomería de Tito ―un calco de Michael Jackson― sabe por dónde anda el fugado.
La gomería iba viento en popa cuando en 2003 el presidente estadounidense George Bush acusó al verdadero Hussein de poseer armas de destrucción masiva. Ordenó invadir Irak y capturarlo.
Octavia Lucero, dueña de una gomería rival de la de Tito, vio la oportunidad y se dirigió a la embajada estadounidense en Capital.
—Quiero hablar con Jorge Bush porque lo encontré al turco de las bombas —le dijo al embajador y le mostró una foto de Tito inflando una goma de un Fiat 600.
Octavia fue recompensada con 500 mil dólares y Tito fue secuestrado por un comando clandestino y trasladado a Guantánamo. Estuvo un mes explicando que no tenía nada que ver con “ese turco degenerado” hasta que el 13 de diciembre el ejército estadounidense capturó al Saddam Hussein posta.
No hubo un conflicto diplomático gracias a la intervención del expresidente Carlos Menem, a quien la familia Bush le tenía aprecio y apodaba cariñosamente the turkish. Carlos habló con el gobierno argentino pidiendo que no hicieran escándalo. El gobierno, quizás teniendo en cuenta las intervenciones militares en Afganistán e Irak, no protestó. Tito Carriego fue devuelto al país a principios del 2004.
Oficiales estadounidenses le arrebataron a una ofuscada Octavia lo que quedaba de los dólares y se lo entregaron a Tito como compensación. Acto seguido, Tito desapareció de la faz de la tierra. Algunos vecinos dicen que se radicó en Uruguay. Otros, que se cambió la cara con cirugía. En La Palabra investigamos este caso y no llegamos a ninguna conclusión. Ni siquiera el actual dueño de la exgomería de Tito ―un calco de Michael Jackson― sabe por dónde anda el fugado.
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