Afirman que la caída de los casos fue más veloz y pronunciada cuando la escolaridad volvió a la virtualidad.
La interrupción de la presencialidad escolar contribuyó disminuir contagios de coronavirus y, por ende, internaciones y fallecimientos. Esa es la conclusión de un reciente estudio de investigadores del Conicet, la Universidad de Buenos Aires (UBA) y científicos de otras casas académicas, que analizaron la situación epidemiológica tanto de CABA como de la provincia de Buenos Aires.
En el estudio aseguran que una vez que se dispuso la vuelta a la virtualidad escolar en el Conurbano se destaca una disminución más veloz y pronunciada de la cantidad de positivos confirmados en ese distrito bonaerense, en comparación con la Ciudad de Buenos Aires y el interior de la Provincia.
“Ante un panorama ya previsible de expansión de los contagios, internaciones y fallecimientos -por razones estacionales, nuevas variantes virales-, el cierre temporario de los establecimientos educativos mostró ser una herramienta eficiente para la reducción de contagios en la Argentina”, expresan en el informe, que publica el matutino Página 12, más de una decena de científicos argentinos.
Los investigadores contabilizaron los casos totales de coronavirus desde el 6 de abril, fecha en que se decretó la restricción horaria a partir las 23 horas (en Caba se había permitido una hora más). De acuerdo a los gráficos del informe, tanto en el Conurbano como en el interior bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires creció la curva de infectados por covid-19 pese a esa primera medida.
Luego, el 13 de abril, con la restricción en la circulación desde las 20 horas, los investigadores notaron que la curva de contagios se amesetó en un nivel alto. Pero al aplicarse la virtualidad escolar en el Conurbano los cambios fueron notables: al 28 de abril, la cantidad de positivos de covid eran un 30% menos que los registrados el 22 de abril, fecha del inicio de las clases virtuales.
El contraste es marcado con CABA: mientras en el Conurbano se redujo un 30%, en la Ciudad solo cayó 3% desde el inicio de la virtualidad escolar, modalidad que el Gobierno porteño no quiso respetar. En el interior bonaerense, por su parte, los casos aumentaron entre los días 22 y 28 de abril.
A su vez, los coordinadores de este informe, Rodrigo Castro (Instituto de Ciencias de la Computación, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) y Guillermo Durán (Instituto de Cálculo, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) subrayan que “también se observó una gran reducción de la cantidad de casos detectados en el Conurbano en la franja etaria de 5 a 11 años que comienza el día 22/04, exactamente 3 días después de la suspensión de la presencialidad”.
“Estas consideraciones por supuesto no desconocen que la educación presencial es mucho mejor, desde cualquier punto de vista, que la exclusivamente virtual, la cual presenta a su vez dificultades y a menudo reproduce y genera desigualdades, y por lo tanto no debe extenderse indefinidamente en el tiempo”, concluye el informe que también lleva la firma de Jorge Aliaga (UNAHUR, CONICET), Leonardo Boechi (UBA, CONICET), Roberto Etchenique (UBA, CONICET), Daniel Feierstein (UNTREF,CONICET), Diego Garbervetsky (UBA, CONICET), Mario Lozano (UNQ, CONICET), Rodrigo Maidana (UNLP) Sol Minoldo (UNC,CONICET), Santiago Olszevicki (UBA), Mario Pecheny (UBA, CONICET), Ezequiel Pecker (UBA, CONICET), Rodrigo Quiroga (UNC, CONICET) y Soledad Retamar (UTN). (DIB)
“Ante un panorama ya previsible de expansión de los contagios, internaciones y fallecimientos -por razones estacionales, nuevas variantes virales-, el cierre temporario de los establecimientos educativos mostró ser una herramienta eficiente para la reducción de contagios en la Argentina”, expresan en el informe, que publica el matutino Página 12, más de una decena de científicos argentinos.
Los investigadores contabilizaron los casos totales de coronavirus desde el 6 de abril, fecha en que se decretó la restricción horaria a partir las 23 horas (en Caba se había permitido una hora más). De acuerdo a los gráficos del informe, tanto en el Conurbano como en el interior bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires creció la curva de infectados por covid-19 pese a esa primera medida.
Luego, el 13 de abril, con la restricción en la circulación desde las 20 horas, los investigadores notaron que la curva de contagios se amesetó en un nivel alto. Pero al aplicarse la virtualidad escolar en el Conurbano los cambios fueron notables: al 28 de abril, la cantidad de positivos de covid eran un 30% menos que los registrados el 22 de abril, fecha del inicio de las clases virtuales.
El contraste es marcado con CABA: mientras en el Conurbano se redujo un 30%, en la Ciudad solo cayó 3% desde el inicio de la virtualidad escolar, modalidad que el Gobierno porteño no quiso respetar. En el interior bonaerense, por su parte, los casos aumentaron entre los días 22 y 28 de abril.
A su vez, los coordinadores de este informe, Rodrigo Castro (Instituto de Ciencias de la Computación, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) y Guillermo Durán (Instituto de Cálculo, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET) subrayan que “también se observó una gran reducción de la cantidad de casos detectados en el Conurbano en la franja etaria de 5 a 11 años que comienza el día 22/04, exactamente 3 días después de la suspensión de la presencialidad”.
“Estas consideraciones por supuesto no desconocen que la educación presencial es mucho mejor, desde cualquier punto de vista, que la exclusivamente virtual, la cual presenta a su vez dificultades y a menudo reproduce y genera desigualdades, y por lo tanto no debe extenderse indefinidamente en el tiempo”, concluye el informe que también lleva la firma de Jorge Aliaga (UNAHUR, CONICET), Leonardo Boechi (UBA, CONICET), Roberto Etchenique (UBA, CONICET), Daniel Feierstein (UNTREF,CONICET), Diego Garbervetsky (UBA, CONICET), Mario Lozano (UNQ, CONICET), Rodrigo Maidana (UNLP) Sol Minoldo (UNC,CONICET), Santiago Olszevicki (UBA), Mario Pecheny (UBA, CONICET), Ezequiel Pecker (UBA, CONICET), Rodrigo Quiroga (UNC, CONICET) y Soledad Retamar (UTN). (DIB)
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