Por Torosaurio | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
Jovanka “Pochi” Šerbedžija llegó a B° Uno en 1985. Era originaria de Bunić, Croacia, entonces parte de Yugoslavia. Todas las semanas telefoneaba a su abuela Vanja, también de Bunić, que amaba relatar anécdotas de cuando peleó contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En 1991 se desató la guerra por la independencia de Croacia, cuya dirigencia pretendía separar esa región de Yugoslavia. Sin más remedio, Pochi trajo a la fuerza una rezongona Vanja a B° Uno. Durante los siguientes años, conflictos armados llevaron a la disolución del país de Pochi y Vanja (quien despotricaba contra los nacionalistas que, según ella, habían condenado su tierra al desguace).
En 2005 Vanja cumplió 83 años. Pochi resolvió regalarle una hipnosis para que volviera una última vez a su Yugoslavia. Un vecino le recomendó hablar con Zulema Gianegra, maestra de plástica amateur, tarotista diplomada y habitual en esta sección.
—Hago hipnosis pero no es una ciencia exacta —aclaró Gianegra a Pochi—. Y le va a salir unos buenos dólares.
Pochi aseguró que no había problema. Ambas se trasladaron a la residencia de Vanja. Gianegra prendió velas rojas alrededor de la abuela y realizó una danza ritualística al ritmo de la Mona Jiménez.
Los ojos de Vanja quedaron blancos y, ante la mirada estupefacta de Pochi, levitó casi hasta el techo. Luego, Vanja aterrizó y sus ojos volvieron al color habitual. Ya no era una tierna abuelita. Vanja era una partisana de 20 años. Gianegra y Pochi admiraron su musculatura.
—¡Muerte a los nazis! ¡Viva Yugoslavia! —exclamó la exabuela y escapó por una ventana.
—Yo avisé que la hipnosis no es una ciencia exacta —aclaró Gianegra e insistió en cobrar el trabajo.
Pochi no volvió a ver a su abuela. A los pocos días se enteró que en Bariloche habían aparecido decapitados dos alemanes sospechados de haber sido nazis. Igual ocurrió con un ingeniero retirado de la NASA en Estados Unidos (también era alemán). Las últimas noticias le llegaron a Pochi en 2010. Según supo, una expartisana encabezaba en Croacia un movimiento que proponía restaurar Yugoslavia. Se decía que, a pesar de la edad que figuraba en su documento, la líder aparentaba andar por los veintipico.
En 2005 Vanja cumplió 83 años. Pochi resolvió regalarle una hipnosis para que volviera una última vez a su Yugoslavia. Un vecino le recomendó hablar con Zulema Gianegra, maestra de plástica amateur, tarotista diplomada y habitual en esta sección.
—Hago hipnosis pero no es una ciencia exacta —aclaró Gianegra a Pochi—. Y le va a salir unos buenos dólares.
Pochi aseguró que no había problema. Ambas se trasladaron a la residencia de Vanja. Gianegra prendió velas rojas alrededor de la abuela y realizó una danza ritualística al ritmo de la Mona Jiménez.
Los ojos de Vanja quedaron blancos y, ante la mirada estupefacta de Pochi, levitó casi hasta el techo. Luego, Vanja aterrizó y sus ojos volvieron al color habitual. Ya no era una tierna abuelita. Vanja era una partisana de 20 años. Gianegra y Pochi admiraron su musculatura.
—¡Muerte a los nazis! ¡Viva Yugoslavia! —exclamó la exabuela y escapó por una ventana.
—Yo avisé que la hipnosis no es una ciencia exacta —aclaró Gianegra e insistió en cobrar el trabajo.
Pochi no volvió a ver a su abuela. A los pocos días se enteró que en Bariloche habían aparecido decapitados dos alemanes sospechados de haber sido nazis. Igual ocurrió con un ingeniero retirado de la NASA en Estados Unidos (también era alemán). Las últimas noticias le llegaron a Pochi en 2010. Según supo, una expartisana encabezaba en Croacia un movimiento que proponía restaurar Yugoslavia. Se decía que, a pesar de la edad que figuraba en su documento, la líder aparentaba andar por los veintipico.
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