Por Dra. Cristina Alejandra Romano | Especial para La Palabra
¿Cuánto estoy dispuesto a dar en un proceso de adopción? La palabra adoptar proviene de la combinación de ad (que denota cercanía o dirección hacia) y el verbo optāre (que significa desear o escoger). En la vida diaria, tomamos decisiones trascendentes, relativas al trabajo o a una mudanza.
Dentro de ellas, la que más pesa es la de direccionarse a proteger de por vida a otro ser totalmente vulnerable. Adoptar es encaminarnos hacia un deseo que incluye a un individuo que está en completo estado de indefensión (sinónimo de adoptabilidad).
Como abogada del niño (segunda promoción), he acompañado a varios a pasar por este difícil trance. Se habla, en general, de los pesares de los adoptantes para llegar a la posibilidad de la adopción, pero poco o nada se ha dicho sobre el tránsito de esos niños que han llegado al estado de adoptabilidad. Cuánta incertidumbre, maltrato o abusos cargan en sus pequeñas espaldas. Cuánto sus ojos han visto de las miserias del mundo adulto. Cuántos insultos han recibido sus oídos y su alma. Cuántos golpes físicos que, al solo compartirlos, te desafían. A veces, no parece haber lugar para tanto dolor.
¿Qué esperás encontrar en un niño en estado de adoptabilidad? Probablemente no haya vivenciado ningún concepto de familia, o, bien, fue parte de alguno tan negativo, que lo llevó a esa situación de esperar que alguien lo quiera, con todo ese gran bagaje de no ser (que aportará a la relación) y con un gran conocimiento del rechazo.
Los procesos en el sistema de niñez abrigan lo físico, pero no pueden llegar al alma. No hay suficientes servicios de salud mental que puedan contener tan vasta vacuidad del ser. La pregunta de quién aspire a convertirse en adoptante será entonces: ¿cuánto estoy dispuesto a dar? (Medido esto en la cantidad de entrega de vida disponible para rescatar a otro que está parado en todo lo que la vida le negó). Habiendo logrado una respuesta a esta cuestión central, el paso judicial sólo será un mero trámite burocrático.
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