Por Míster Afro | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
En noviembre de 1998 el radical Raúl Alfonsín visitó Ezeiza, metido de lleno en la campaña presidencial de Fernando de la Rúa. El principal rival para ocupar el sillón de Rivadavia era el gobernador justicialista Eduardo Duhalde, sucesor de Carlos Saúl Menem.
Entre otras actividades, el Gallego visitó el Club Roca, donde más de mil personas compartieron una paella. La organización estuvo en manos del Comité local, liderado por Adalberto Penzo.
Previo a la comida se organizó una conferencia en el buffet del club. Asistí como cronista de La Palabra, con la idea de quedarme en el fondo, sacar un par de fotos, recabar algunos datos y grabar las respuestas a las inquietudes de mis colegas. Sin embargo, la totalidad del periodismo local éramos un notero radial y yo, que nos sentaron mano a mano con Alfonsín, el diputado Luis Brandoni y un par de dirigentes más. En medio de políticos y periodistas había un hilera de vasos de vidrio y platitos con aceitunas.
No me había preparado para la escena, y mientras Alfonsín respondía una consulta de mi compañero, pensé en mi intervención. Para arrancar se me ocurrió exponer algo así:
—Teniendo en cuenta que su gobierno dejó anticipadamente la gestión por problemas económicos, con denuncias de haber sufrido un golpe de Mercado, y considerando que fue reemplazado por Menem, que se sostiene con el apoyo del establishment, ¿cómo enfrentará la Alianza esta situación?
En lo personal era una simple pregunta destinada a cumplir con mi tarea. El expresidente pensó que se trataba de una provocación y se enojó de tal manera que empezó a gritarme que no podía confundir un gobierno que trabajaba para la gente y otro para las corporaciones. Que había llegado la hora de impulsar una alianza de centroizquierda en contra del actual gobierno de centroderecha que hambreaba al pueblo. Durante varios minutos agregó muchas otras cosas en igual dirección.
Cuando se calmó y se dio cuenta de que yo no había tenido intenciones de confrontarlo, bajó la guardia y señaló un platito de aceitunas en prenda de reconciliación.
Alguien me preguntó si quería vino. Los dos chocamos nuestros dedos al tomar un par de aceitunas. Comimos y, tras una breve pausa, continuamos conversando, dejando los carozos en otro recipiente.
Lejos de todo protocolo, Alfonsín dijo:
—¿Cómo sostienen el periódico en esta economía tan difícil? Yo también tuve un semanario local en Chascomús, pero me fundí.
Terminada la charla, pasamos al gimnasio para disfrutar de la paella. En el discurso de cierre, Alfonsín me sorprendió al expresar:
—Recién un joven periodista me preguntó qué posición tomaremos ante los poderes económicos. ¡Vayan sabiendo que no vamos a resignarnos a ser una colonia y reclamaremos por nuestros derechos y símbolos!
Pasaron veinticinco años de aquel día. Es conocido lo que sucedió con Menem, De la Rúa, Duhalde, el propio Alfonsín. Sigue siendo una incógnita cómo sobrevivimos cada año a tantas crisis.
Entre otras actividades, el Gallego visitó el Club Roca, donde más de mil personas compartieron una paella. La organización estuvo en manos del Comité local, liderado por Adalberto Penzo.
Previo a la comida se organizó una conferencia en el buffet del club. Asistí como cronista de La Palabra, con la idea de quedarme en el fondo, sacar un par de fotos, recabar algunos datos y grabar las respuestas a las inquietudes de mis colegas. Sin embargo, la totalidad del periodismo local éramos un notero radial y yo, que nos sentaron mano a mano con Alfonsín, el diputado Luis Brandoni y un par de dirigentes más. En medio de políticos y periodistas había un hilera de vasos de vidrio y platitos con aceitunas.
No me había preparado para la escena, y mientras Alfonsín respondía una consulta de mi compañero, pensé en mi intervención. Para arrancar se me ocurrió exponer algo así:
—Teniendo en cuenta que su gobierno dejó anticipadamente la gestión por problemas económicos, con denuncias de haber sufrido un golpe de Mercado, y considerando que fue reemplazado por Menem, que se sostiene con el apoyo del establishment, ¿cómo enfrentará la Alianza esta situación?
En lo personal era una simple pregunta destinada a cumplir con mi tarea. El expresidente pensó que se trataba de una provocación y se enojó de tal manera que empezó a gritarme que no podía confundir un gobierno que trabajaba para la gente y otro para las corporaciones. Que había llegado la hora de impulsar una alianza de centroizquierda en contra del actual gobierno de centroderecha que hambreaba al pueblo. Durante varios minutos agregó muchas otras cosas en igual dirección.
Cuando se calmó y se dio cuenta de que yo no había tenido intenciones de confrontarlo, bajó la guardia y señaló un platito de aceitunas en prenda de reconciliación.
Alguien me preguntó si quería vino. Los dos chocamos nuestros dedos al tomar un par de aceitunas. Comimos y, tras una breve pausa, continuamos conversando, dejando los carozos en otro recipiente.
Lejos de todo protocolo, Alfonsín dijo:
—¿Cómo sostienen el periódico en esta economía tan difícil? Yo también tuve un semanario local en Chascomús, pero me fundí.
Terminada la charla, pasamos al gimnasio para disfrutar de la paella. En el discurso de cierre, Alfonsín me sorprendió al expresar:
—Recién un joven periodista me preguntó qué posición tomaremos ante los poderes económicos. ¡Vayan sabiendo que no vamos a resignarnos a ser una colonia y reclamaremos por nuestros derechos y símbolos!
Pasaron veinticinco años de aquel día. Es conocido lo que sucedió con Menem, De la Rúa, Duhalde, el propio Alfonsín. Sigue siendo una incógnita cómo sobrevivimos cada año a tantas crisis.
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