Por Míster Afro | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
La Pirata Domínguez vino el lunes a la redacción para conversar con Torosaurio. Le abrí la puerta. Al ver que estaba solo, lanzó:
—Me voy. Prefiero hablar con el otro coso.
—¿Qué andás necesitando? Decime y tomo nota.
Se apoyó en el bicicletero y, desde la vereda, comentó:
—Tengo data del Zorro Lechero.
—¿Qué pasa con la obra de teatro?
—¡Qué obra ni ocho cuartos! ¡Lo del Zorro Lechero es verdad! Claudia Muscio toma el asunto para la chacota, pero acá, en Suárez, tuvimos nuestro Diego de la Vega, pintón como Guy Williams. Euclides González se vestía como el Zorro de la tele y salía a hacer de las suyas, allá por la década del cuarenta, antes de que se filmara la serie.
—Será un homenaje a don Euclides —le respondí.
—No entendés nada, nene. ¡El viejo es peligroso!
—¿Qué tengo que entender?
—Euclides está vivo. Se escapó del geriátrico cuando leyó en La Palabra que este fin de semana dan una función en el Museo.
—Eso es imposible. El Zorro tiene que ser muy grande, o estar muerto.
—Ya lo decía yo...
—¿Qué?
—Por esto quería hablar con Torosaurio.
—¿Por?
—Porque él tiene la capacidad de creer en cualquier cuento.
—Ya se le va a pasar. Es joven, como usted.
—No me sobés el lomo, maula. ¡Avisale al otro lo que anda pasando! El Zorro planea recuperar la fama. Le dijeron que las calles están llenas de cámaras de seguridad. Quiere quedar filmado con el traje negro, la máscara y un sombrero, montado a su fiel Tornado. Su idea es armar un par de peleas con espada, látigo y hasta boleadoras. Pero primero tiene que conseguir dinero para comprar todos los elementos.
La Pirata terminó de hablar y se marchó. Al rato llegó Torosaurio, con una venda en la cabeza.
—¿De dónde venís?
—Me avisaron que el Zorro Lechero iba dar un golpe en el Banco Provincia y luego repartiría dinero, a lo Robin Hood, en un campito en Sol de Oro. Me dieron la dirección. Como ando medio seco, fui directo. No había nadie.
—¿Y qué pasó?
—Apareció un enmascarado, me dio un par de bastonazos y me robó el bolso.
Cuánta razón tiene la Pirata Domínguez. Torosaurio es capaz de creerse cualquier cuento.
—Me voy. Prefiero hablar con el otro coso.
—¿Qué andás necesitando? Decime y tomo nota.
Se apoyó en el bicicletero y, desde la vereda, comentó:
—Tengo data del Zorro Lechero.
—¿Qué pasa con la obra de teatro?
—¡Qué obra ni ocho cuartos! ¡Lo del Zorro Lechero es verdad! Claudia Muscio toma el asunto para la chacota, pero acá, en Suárez, tuvimos nuestro Diego de la Vega, pintón como Guy Williams. Euclides González se vestía como el Zorro de la tele y salía a hacer de las suyas, allá por la década del cuarenta, antes de que se filmara la serie.
—Será un homenaje a don Euclides —le respondí.
—No entendés nada, nene. ¡El viejo es peligroso!
—¿Qué tengo que entender?
—Euclides está vivo. Se escapó del geriátrico cuando leyó en La Palabra que este fin de semana dan una función en el Museo.
—Eso es imposible. El Zorro tiene que ser muy grande, o estar muerto.
—Ya lo decía yo...
—¿Qué?
—Por esto quería hablar con Torosaurio.
—¿Por?
—Porque él tiene la capacidad de creer en cualquier cuento.
—Ya se le va a pasar. Es joven, como usted.
—No me sobés el lomo, maula. ¡Avisale al otro lo que anda pasando! El Zorro planea recuperar la fama. Le dijeron que las calles están llenas de cámaras de seguridad. Quiere quedar filmado con el traje negro, la máscara y un sombrero, montado a su fiel Tornado. Su idea es armar un par de peleas con espada, látigo y hasta boleadoras. Pero primero tiene que conseguir dinero para comprar todos los elementos.
La Pirata terminó de hablar y se marchó. Al rato llegó Torosaurio, con una venda en la cabeza.
—¿De dónde venís?
—Me avisaron que el Zorro Lechero iba dar un golpe en el Banco Provincia y luego repartiría dinero, a lo Robin Hood, en un campito en Sol de Oro. Me dieron la dirección. Como ando medio seco, fui directo. No había nadie.
—¿Y qué pasó?
—Apareció un enmascarado, me dio un par de bastonazos y me robó el bolso.
Cuánta razón tiene la Pirata Domínguez. Torosaurio es capaz de creerse cualquier cuento.
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