Por Torosaurio | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
—¿Usted sabía que una señora propuso transformar Ezeiza en un Estado independiente? —me dijo Enrique Coronel, alias Tomasyto, cuando visité su ferretería en 25 de Mayo N° 64—. Era Octavia C. Paratista, de Villa Guillermina. Ella se quería postular para intendenta cuando el distrito se estaba dividiendo en el 94. Armó un movimiento político, Ezeiza Libre, que proponía que el partido pase a ser en una república aparte. Para disuadir invasiones extranjeras (que podrían venir de Cañuelas o La Matanza) Octavia decía que sería necesaria un arma nuclear producida por el Centro Atómico.
—¿Y cuál fue la suerte de Ezeiza Libre? —dije.
—Tuvo un solo afiliado: Octavia —contestó Tomasyto—. Lo último que supe fue que ella se pasó a la lucha armada, fundó una guerrilla de un solo miembro (o uniguerrila) y se metió en los Bosques de Ezeiza. Sigue allá. Un par de veces quiso robar uranio del Centro Atómico y la sacaron a las patadas.
Salí eyectado de la ferretería y arranqué para los Bosques. Busqué a Octavia y no hubo caso. Ya era de noche cuando, en mi retirada, me topé con una fogata apagada al lado de una reposera oxidadísima. Al lado, colgada entre dos ramas, había una manta rasgada que en otro tiempo había sido roja. Decía “República de Ezeiza o muerte”. Yo estaba tan distraído con el escenario que no vi la sombra que se me acercó por la izquierda.
—¿Usted quién es? —dijo, casi induciéndome un infarto.
Se trataba de una señora enfundada en un uniforme militar y con la cara empastada en pintura de camuflaje verde. Respiré y le respondí que trabajaba para La Palabra, y que quería hacerle una nota.
—¡Ustedes publican todas mentiras, puras fake news, manga de contrarrevolucionarios! —protestó la señora y de un bolsillo sacó una gomera.
Escapé bajo una lluvia de cascotes. Entre piedra y piedra y rama y rama, me dije que la próxima debería elegir mejor mis notas, y no tratar de entrevistar alguien tan separatista que viva separado de la realidad.
—Tuvo un solo afiliado: Octavia —contestó Tomasyto—. Lo último que supe fue que ella se pasó a la lucha armada, fundó una guerrilla de un solo miembro (o uniguerrila) y se metió en los Bosques de Ezeiza. Sigue allá. Un par de veces quiso robar uranio del Centro Atómico y la sacaron a las patadas.
Salí eyectado de la ferretería y arranqué para los Bosques. Busqué a Octavia y no hubo caso. Ya era de noche cuando, en mi retirada, me topé con una fogata apagada al lado de una reposera oxidadísima. Al lado, colgada entre dos ramas, había una manta rasgada que en otro tiempo había sido roja. Decía “República de Ezeiza o muerte”. Yo estaba tan distraído con el escenario que no vi la sombra que se me acercó por la izquierda.
—¿Usted quién es? —dijo, casi induciéndome un infarto.
Se trataba de una señora enfundada en un uniforme militar y con la cara empastada en pintura de camuflaje verde. Respiré y le respondí que trabajaba para La Palabra, y que quería hacerle una nota.
—¡Ustedes publican todas mentiras, puras fake news, manga de contrarrevolucionarios! —protestó la señora y de un bolsillo sacó una gomera.
Escapé bajo una lluvia de cascotes. Entre piedra y piedra y rama y rama, me dije que la próxima debería elegir mejor mis notas, y no tratar de entrevistar alguien tan separatista que viva separado de la realidad.
Esto No Está Chequeado | Sección no basada en hechos reales | Cualquier semejanza con la realidad es mala puntería | Contacto: ezeizaediciones@yahoo.com.ar
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