Por Míster Afro | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
En Tres Américas vivió un encumbrado líder teatral. Hugo González Campbell era un dramaturgo nacido en La Pampa y radicado en Spegazzini en la década del 60. Pionero del arte callejero, montó innumerables piezas en escenarios no tradicionales: sociedades de fomento, plazas, escuelas, bibliotecas, canchas de fútbol. Sus obras se fueron haciendo célebres y muchos las mencionan como un emblema de la vanguardia, a la altura del Instituto Di Tella.
En una de las tantas crisis económicas, González Campbell se quedó sin elenco. Eso lo empujó a tomar un camino audaz, convencido de que la actuación es pura invención y que con imaginación todo se puede solucionar. Partiendo desde esta visión, una tarde convocó a la vecindad a un baldío y les pidió que trajeran algo donde sentarse. Podían llevar el mate, facturas, sanguchitos, lo que quisieran.
A los asistentes les contó de la situación y les propuso lo siguiente: les relataría una comedia dramática que tenía en la cabeza, haría las voces de los protagonistas y compartiría qué música o sonidos eran parte de las escenas. El experimento fue un éxito rotundo: el público empezó a ver a los actores y las actrices, y todo fue coronado con carcajadas, lágrimas y aplausos.
Tras cada espectáculo, los asistentes se retiraban con su silla plegable, el cajón de manzanas o la mantita, comentando, felices, los avatares de la función.
En el barrio unos cuentan que el éxito duró varios años. Los desmitificados opinan que fueron sólo unos meses de verano.
La cosa es que, de un día para otro, González Campbell no apareció más y cuando fueron a buscarlo a su casa se enteraron de que había decidido regresar a La Pampa. Durante un tiempo, sus fans siguieron yendo a ver sus actos, hasta que se cansaron de esperar un estreno.
De vez en cuando resurge el interés por este prócer. Los más entusiastas dicen que sus textos han mejorando con el paso de los años, porque captan la esencia del alma humana. Otros reconocen la trayectoria, pero se quejan de que las historias carecen de acción y quedaron un tanto anticuadas. Sobre estas cuestiones, a los más apasionados se los pueden ver discutiendo acaloradamente en Tres Américas, sentados en reposeras o lonitas.
Un integrante del Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano ha comentado a La Palabra que está impulsado una investigación para explicar la importancia del género fundado por González Campbell: el teatro imaginario. Dice que es un clásico con muchísimo futuro, porque resurge con fuerza cuando nos toca vivir una época de butacas flacas.
A los asistentes les contó de la situación y les propuso lo siguiente: les relataría una comedia dramática que tenía en la cabeza, haría las voces de los protagonistas y compartiría qué música o sonidos eran parte de las escenas. El experimento fue un éxito rotundo: el público empezó a ver a los actores y las actrices, y todo fue coronado con carcajadas, lágrimas y aplausos.
Tras cada espectáculo, los asistentes se retiraban con su silla plegable, el cajón de manzanas o la mantita, comentando, felices, los avatares de la función.
En el barrio unos cuentan que el éxito duró varios años. Los desmitificados opinan que fueron sólo unos meses de verano.
La cosa es que, de un día para otro, González Campbell no apareció más y cuando fueron a buscarlo a su casa se enteraron de que había decidido regresar a La Pampa. Durante un tiempo, sus fans siguieron yendo a ver sus actos, hasta que se cansaron de esperar un estreno.
De vez en cuando resurge el interés por este prócer. Los más entusiastas dicen que sus textos han mejorando con el paso de los años, porque captan la esencia del alma humana. Otros reconocen la trayectoria, pero se quejan de que las historias carecen de acción y quedaron un tanto anticuadas. Sobre estas cuestiones, a los más apasionados se los pueden ver discutiendo acaloradamente en Tres Américas, sentados en reposeras o lonitas.
Un integrante del Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano ha comentado a La Palabra que está impulsado una investigación para explicar la importancia del género fundado por González Campbell: el teatro imaginario. Dice que es un clásico con muchísimo futuro, porque resurge con fuerza cuando nos toca vivir una época de butacas flacas.
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