Entre cuatro paredes se encuentra, enfrentándose con una batalla que solo conoce porque, para los demás, vive una gran felicidad. Pero en realidad está atormentada por su tristeza y dolor, tratando de buscar una salida para el sufrimiento que carga su corazón. Muchas son las lágrimas que a derramado en el transcurso de su vida y que ahogan su Alma. Aunque esté con poca fuerza, ella busca un buen escudo para protegerse y cubrir su cuerpo de los ataques de quien una vez le prometió poner el universo a sus pies y tratarla como princesa, y que hoy la denigra como persona y llena su cuerpo de marcas, ella se encuentra en una mezcla de sentimientos. No sabe a dónde ir, ni si debería desahogarse con alguien, solo Dios es testigo por lo que está pasando. Solo con Él encuentra la fuerza para seguir soportando tanta angustia. Ella que vivió tanto tiempo con una venda en los ojos y dentro una enorme oscuridad es que tenemos que decir basta de miedo, humillación y dolor. Tenemos derecho sobre nuestro cuerpo y nuestra vida. Queremos seguir viviendo y que esta pandemia de violencia no sea más privada ni solitaria para nosotras ni tampoco invisible para los ojos de la sociedad. Luchemos juntas por nuestra vida y para que nadie de nuestra familia vista de negro por ninguna de nosotras. Basta ya de violencia de género.
Juana Centurión
Vecina del partido de Ezeiza
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