“Misterio en el golf: ¿dónde van las pelotas cuando llueve?”. Tal era el titular en La Palabra de aquel jueves de marzo, hace algunos años atrás. En la página seis se detallaba una situación por demás curiosa: “Fuentes cercanas al Lomas Atletic, de La Unión, dejaron trascender que en los últimos tres meses ascendió llamativamente el faltante de pelotitas. Se sabe que, por mes, entre el 5 y el 7% de las pelotitas que se ofrecen a los socios se pierdan. O bien por disparos de jugadores novatos que, peligrosamente, salen de los perímetros del campo, o a raíz de robos de los mismos jugadores. Sin embargo, en los últimos meses, el porcentaje de pelotas extraviadas asciende a un 30%”. Miré por la ventana. El cielo encapotado y promesas de lluvia resultaron la señal indicada para que me subiera a la bici y pedaleara hasta el golf. Es sabido que cuando llueve la cancha permanece cerrada. Al menos para quienes quieran practicar tan afamado deporte. No para mí. Gonzalo, mi amigo de la secundaria ahora devenido caddie, me había regalado una copia de la llave del portón de atrás. “Sé lo que te gustan las aventuras, usala en una ocasión especial”, me había advertido. Ese era el día indicado. En medio de una lluvia cada vez más pesada, llegué al portón. Dejé la bici apoyada sobre un árbol, abrí el candado. Me encontré con una escena conmovedora: el campo vacío, el pasto brilloso, los árboles parecían bailar con el viento bajo un diluvio como hacía tiempo no veía. Empecé a caminar, las piernas se me entumecían. Miré para todos lados: no había un alma. O al menos eso creí hasta el momento en que divisé el hoyo doce, el que está debajo de los sauces. Me pareció ver que algo se movía alrededor del agujero. Corrí para que ver de qué se trataba. A medida que me acercaba, descubrí un montón de pelotitas blancas, relucientes, alrededor del hoyo. Faltaba el banderín. Sobraba una cola larga y marrón, escabulléndose entre los sauces, en dirección al próximo agujero.
(*) Psicólogo, psicodramatista y escritor. Coordina el Taller de Escritura y Literatura de la Municipalidad de Ezeiza.
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