—Sos una actriz identificada con el humor desde su primera obra escrita (“Desvarío de humor”). ¿Por qué elegiste este camino?
—El camino se dio así. Siempre digo que soy actriz, luego humorista. Al momento de realizar algún espectáculo prima la idea del humor porque me gusta llevar momentos divertidos a la gente. Pero si hago mucho humor durante un tiempo, extraño el drama. Me gusta hacer de todo. Respecto al humor es algo que no me cuesta mucho, pero no quiero caer en la pachorra. Si bien me es más fácil hacer humor, busco no hacer todo igual, variar el humor, variando personajes y espectáculos.
—Has actuado en obras como “Depilación, tintura y asesinato”, de José Luis Calandrón. ¿Cómo definirías tu humor?
—Mi humor es más bien sano, a veces hasta naif. Al momento de escribir un monólogo nunca uso lo que se denominan “malas palabras”. De chiquita escuchaba mucho Les Luthiers y los gags, y las sutilezas me encantan. Luego en plena función, me dejo llevar y digo de todo.
—Actuaste en “Al final del túnel”, de Rodrigo Grande, con Pablo Echarri y Leonardo. ¿Cómo fue aquella experiencia en el cine?
—La experiencia fue el típico sueño del pibe. Maravillosa, el momento esperado, trabajar de lo que una es de la noche a la mañana y lograr el sustento ansiado. Además de formar parte de tremendo proyecto con gente que yo veía en la tele de adolescente y admiraba, un sueño más hecho realidad. Aprendí mucho, me divertí mucho, y disfruté a pleno. Le tomé el gustito al cine, y me encantó.
—En tevé pasaste por la serie “Fanny la Fan” por Telefé. ¿Cuáles son las principales diferencias con el cine y el teatro?
—Fanny fue otra experiencia hermosa. Es lindo toparse con gente divertida en lo laboral, sobre todo en la actuación, donde ya de por sí es divertido hacerlo. La mayor diferencia entre cine y teatro es la respuesta instantánea que tenés de la gente. Aparte está la adrenalina de hacer las cosas bien, porque no podés cortar y grabar de nuevo en una función teatral, eso te ayuda a formar la impronta, que luego te sirve en la pantalla también. Todo tiene su encanto… y me encanta.
—En “Loca de humor” incorporás elementos del momento. ¿Cómo manejás esos momentos de improvisación? ¿Cómo es la ida y la vuelta con la concurrencia?
—La retroalimentación de la reacción del público a mi actuación es importantísima, a veces me encuentro con que improviso más de lo que digo del texto original. Me pasa en general que estoy atenta a cualquier cosa que surja en el público, como una vez que vino un hombre que se durmió y cuando lo vi, lo despertaron de un codazo y el pobre no era de Argentina, y no hablaba español, entonces me quede como cinco minutos hablando en inglés con él para incluirlo. También me gusta mucho incorporar chistes internos, de amigos y conocidos que me apoyan y van a verme.
—¿Qué podés anticiparnos de “Loca de humor”? O en otras palabras: ¿con qué se va a encontrar el público?
—“Loca de humor” es un conjunto de personajes y un poco de stand up. La gente se va a encontrar con un colorido de vestiduras, música y con historias estrambóticas de personajes alocados, con los que muy difícilmente puedan llegar a identificarse, aunque a veces la realidad supera a la fantasía, literalmente.
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